Liniers Macanudo

lunes, 28 de noviembre de 2011

El bibiliotecario que miraba al sudeste


"Pero no entiendo, si no es matándolos, entonces cómo." Desde que ya algunos estudiantes algunos estudiantes me ahn contestado con esta frase en biblioteca hace unas semanas, mirandome de una manera extraña, no he podido dejar de pensar nuetras maneras de mirar (las dellos y las mías) al mundo son muy diferentes. Estábamos leyendo una columna de opinión de William Ospina. Es uno de los mejores ensayistas y novelistas del país, quien publica está columna de opinión  días después de la muerte de uno de los fundadores de la guerrilla más longeva del mundo. En ella escribe que no está dispuesto a sumarse a la celebración nacional que se vive en cada esquina. Un guerrillero es, al fin y al cabo, otro colombiano, igual a mi o a él. Pero el gobierno de ese entonces (y el de antes, el de ahora y desde siempre) ha vendido la idea de que la guerra se soluciona con guerra, por lo que es necesario que la mayoría del dinero de los impuestos se inviertan en armas y no en puentes, en helicópteros armados y no en hospitales, en soldados y no en estudiantes.

Un día llegué el colegio para una cita con el rector, recién salido de una universidad pública y con toda la vida por delante para equivocarme. La hoja de vida y mi discurso tranquilo convencieron al rector, el trabajo era mío. Solo hubo una pequeña recomendacion: "cortate el pelo y estás listo". Ya el día en que escuchaba esa sentencia de la estudiante sobre la verdadera solución al conflicto armado, tenía (tengo) el pelo un poco largo de nuevo, ellos leían la típica novela de la epoca de la violencia, yo les explicaba que en toda la historia de nuestro país jamás hemos tenido un solo año de paz; ellos leían sobre guerra entre el partido conservador y liberal, yo les hablaba de la oposición de izquierda a estos partidos; ellos aprendían y se aburrian con la historia de su país, yo les leía y "emocionaba" con la realidad viva que no ha cambiado desde ese-entonces que contaban los libros.

Pero muchos son hijos de la clase dirigente, también son hijosde familias víctimas de secuestros y asesinatos de las guerrillas. El histórico subversivo no les parece tan colombiano o siquiera humano como expone William Ospina. Me pregunto si después de esa hora en biblioteca los estudiantes me siguen mirando a mí de la misma manera.

Hace unas semanas murió en batalla otro dirigente de la misma guerrilla, la foto desfigurada con el rictus de cadaver salió en primera plana de todos los periódicos y hubo día de fiesta en todo el país. No volveré a tocar el tema en biblioteca porque ya pasó y se calificó la lectura de la novela, me cortaré el cabello porque hace calor y por las miradas descalificadoras del rector, esperemos que no sea una paz derramada la que al fin ha de redimirnos.

Por Liniers Macanudo


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